El domingo prometía largo y no defraudó. La Sierra de Baza en el Trofeo Nazaríes 2018 de la Liga de Orientación Española nos esperaba a las 7:00h dispuestos a coger los autobuses para subir al centro de competición Narváez. Todavía no clareaba y se veían todas las estrellas del firmamento.
Cuando llegamos al centro de competición comenzaba a salir el sol . Los críos se tumbaron a descansar en la hierba, los adultos nos sentamos a hablar. Y poco a poco la jornada comenzó a espabilarse: sale el sol, van llegando corredores, empiezan las salidas y el cielo comienza a nublarse. Al menos el sol no deslumbrará. Los de mi categoría del Club, salimos casi todos muy tarde por lo que hacemos tiempo hablando unos con otros. Mucha cháchara.
Me toca salir. Al coger el control de descripciones observo que pone 7,1km (en el boletín ponía 7km). Empezamos bien. Y encima con bajada. Para no despeñarme, solo miro el mapa al llegar al triángulo de salida pues la pendiente me obliga a disponer en alerta todos los sentidos para no caerme.
Baliza 1 sin problemas en un árbol. Para la 2, tengo muchos verdes delante por lo que los rodeo y a través de los caminos llego hasta la vaguada. Vamos bien.
Continúo hasta la 3. Al cruzar el camino una veterana me pregunta por la senda que acabo de cruzar. Le indico dónde estamos y vuelve a preguntar por la senda. Señalo con el dedo y sale corriendo. De nada!. Llego hacia la colina de la 3, junto a Miguel Angel Toledo del Orientijote. Al llegar sale mi hijo Andrés tras unas carrascas. Miguel Angel comenta que nos ha levantado la liebre. No hay mal que por bien no venga.
Vamos hacia la 4. Uff, hay que bajar a la rambla. Toledo comenta que no ando, sino que voy al trote. Que doy el pego con el bastón. Ea, que pregunte dentro de media hora y ya veremos. Bajamos al arroyo. Baliza sin problemas.
Hacia la 5 toca subir el arroyo. Al mirar hacia arriba veo los rastros previos de los corredores y pienso que esto es mi K2 personal (y pensar que tendré que subirlo dos veces más). Al llegar al llano cojo el camino y pico baliza sin problemas. En la 6 y sin referencias, busco el verde pero no soy capaz de localizarlo, por lo que después de muchas competiciones hago algo poco común para mí: preguntar dónde estoy. A Hector Lorenzo, el encargado del Trail-O de la FEDO. Me dice que 5 verdes mas atrás, por lo que voy raudo. Al llegar encuentro a Miguel Roldán que me ha pillado.
Salimos disparados hacia la 7. Me cruzo con Blas del GODIH: ¿cómo vas zagal?, -Mojado , que ha empezado a chispear, Mientras no vaya a más.
Camino de la 7, va delante Silvia del Manzanares-CriptanaVertical, y en 100m me saca 50m. O ella corre mucho o yo voy muy lento. En fin. La 7 está al lado de una senda que ya conocía del día anterior. Cuando llego, acaba de dejarla Miguel. Y otra vez hacia la rambla.
La lluvia empieza a arreciar. La espalda mojada. Al empezar la bajada y agachar la cabeza se me empañan las gafas. Veo como en tinieblas. Limpio las gafas con la camiseta mojada y es peor. Veo a lo lejos a Miguel subiendo. Decido subir por la vaguada lateral para evitar los verdes intensos. Por el camino observo a 2 corredores que se retiran y abandonan. Se me cruza el mismo pensamiento por la cabeza. Busco la vaguada de la 8 con las gafas quitadas para intentar ver mejor. Casi a tientas. Y todo desenfocado.
La próxima baliza está en un arroyo, y sin problemas. Bien, pero con las fuerzas flaqueando. Ya me da igual la lluvia. No siento si es sudor o lluvia. Cada vez estoy mas cansado y los pies tropiezan con los tomillos. La baliza 10 , la localizo contando pasos y siguiendo la curva de nivel. Cada vez llueve más. Leslie está haciendo de las suyas. Estoy empapado. La visera de la gorra gotea intensamente sobre el mapa cuando agacho la cabeza.
La siguiente baliza es un árbol característico dentro de un amasijo de verdes verdísmos. Me digo que si no lo pillo a la primera, me retiro. Voy contando pasos con rumbo de brújula. Me interno en la espesura. Las carrascas, quejigos, y encinas están tan espesas que no permiten ver a lo lejos. Cuando creo que he llegado al gran árbol, no veo la baliza. Lo rodeo. No hay nada.
Interrumpo mis jadeos. Hasta aquí he llegado, me retiro. Se hace el silencio. Sólo se oye la lluvia repiquetear en las copas de los pinos, y las gotas que caen sobre los romeros. ¿sólo se oye eso? Noooooo.
Oigo a lo lejos la voz de Miguel al hablar a alguien. No lo veo. Pero distingo entre la floresta su chubasquero amarillo. Al lado de un pino grandísimo. Pico baliza y decidimos acabar juntos. Nos da ya lo mismo, 8 que 80. No doy mas de sí. Arrastro las piernas. Y no veo nada que esté enfocado . Y vuelta a bajar al arroyo por donde ya corre el agua. Las rocas resbalan y las piedras de las laderas se desmenuzan al intentar bajar. Doy gracias al bastón que me evita caídas. Miguel va delante y me espera. Subimos por el arroyo sorteando cantos y ramas.. Las rocas brillan por la pátina de la lluvia recién caída. Picamos la baliza de la piedra y otra vez a subir más.
Qué penar. La lluvia no da tregua y cae cada vez más, aunque cuando sopla el viento debajo de los arboles es peor. Las zapatillas hacen sonidos de succión cada vez que levanto el pie debido al agua acumulada. Tras cruzar el camino y subir 50m en recto, bordeamos los verdes y localizamos la 13. Sólo queda una baliza.
Miguel pregunta: ¨¿recto o bajamos al camino?. Yo: ¡recto cogiendo rumbo, Ya está bien de cuestas!. Las gafas empañadas, el paisaje en niebla, bajando de lado con el bastón de seguro, subiendo agarrando ramas. Los arroyos corriendo. Cada vez más barro. Picamos baliza en un cortado. Sólo queda la 100 y meta.
No hay nadie esperando. No hay fotos, ni gritos, nada de aplausos, ni voces nombrándonos. No hay flashes, ni ánimos. Sólo lluvia y silencio. Y el aullido del viento sobre los pinos. Alzo el puño en señal de triunfo y felicito a Miguel. Hay dos miembros del Veleta debajo de una carpa. ¿quereis agua? . -¿Máasss de la que llevamos encima? Hemos acabado. Nos felicitanos. ¡Esto es una aventura!.
Y por nuestros “eggs” no hemos abandonado. Ha costado 2 horas intensas.
Postdata: menos mal que una furgoneta nos subió hasta en centro de descarga y la furgoneta del BMT nos bajó hasta la autovía. En la zona de competición apenas quedaba gente. Pero al volver la vista atrás, la experiencia me ha gustado. Situaciones de superación. No desfallecer. El ser humano es capaz de acabar lo que se proponga si tiene el estímulo necesario, si se lo propone, por amistad, compañerismo, por que la gente está dispuesta a ayudar.
Gracias al BMT y al Club Veleta que nos han proporcionado un fin de semana intenso e inolvidable.
Juan Carlos González Brasero.
BMT-Casas de Ves Orientación