Mes: agosto 2016

Mi experiencia en el SOC

Cuando nuestro míster nos habló hace tres meses del SOC (Serranía Orienteering Camp) pensábamos que era un campamento solo para niños, pues no hace mucho que estamos metidos en este mundillo de la orientación, pero es tanto el “vicio” que le hemos cogido, que queríamos aprender más sobre él para intentar mejorar nuestras técnicas de orientación, por lo que decidimos participar.

Etapa 1: Tuvo lugar en los alrededores del albergue de “La Fuente de las Tablas”, concretamente en Monteagudillo. Allí nos recibieron toda la familia Corrochano, a quien fuimos conociendo poco a poco y a todos los que con ellos colaboraron para hacer posible este encuentro. Conforme nos presentábamos nos regalaban una camiseta del SOC.

La prueba consistía en un mapa de pasillos con memorización de algunos tramos que se encontraban en ciertas balizas. Yo era la primera vez que lo veía y resultaba extraño ver casi todo el mapa en blanco (en este caso significaba que había partes del mapa borrados, y no que estuviera lleno de pinos) y tras un kilómetro corriendo sin ver una baliza, me doy cuenta de que he corrido antes de pensar, por lo que he errado en mi elección de ruta. Vuelvo a la baliza de salida y empiezo de nuevo.

Después de comer descansamos un poco, cada uno se tumba a dormir la siesta donde puede mientras los más jóvenes se dedican a remojarse en la fuente.

Por la tarde andamos cerca de kilómetro y medio para llegar a la baliza de salida. Nos entregan los mapas y nos advierten de que no están dibujados los caminos pero sí las curvas de nivel y la vegetación, por lo que nos aconsejan que intentemos hacer rumbo para poder encontrar las balizas. Un mapa muy chulo a pesar de que tuve dificultades para encontrar dos de ellas. La ayuda de mi marido fue básica para hallarlas.

Al terminar, la mejor agua y las mejores sandías del mundo nos ayudan a recuperar las fuerzas invertidas en la búsqueda de los colores naranjas y blancos que tanto nos gustan.

Al finalizar esta etapa nos dirigimos a Uña donde se encuentra nuestro albergue “ La Cañadilla” en el que nos acogieron durante tres noches y cuatro días y donde Jesús, el dueño, el conserje y las cocineras se preocuparon en todo momento de que nada nos faltara. Allí convivimos la mayoría de los participantes: unos en habitaciones, otros en caravanas y los más jóvenes, en suelo duro en tiendas de campaña.

Por la noche tocó análisis de los mapas, algo muy útil para comentar problemas que hubiéramos tenido y resolver posibles dudas.

Etapa 2: En Las Majadas y sus callejones. Para mí ( y creo que para el resto de compañeros también) fue la etapa más dura y difícil de todas, pero a la vez, la más espectacular por sus paisajes. Dura, porque hicimos tres carreras en un solo día: una larga, una media con un microsprint (consistía en la lectura de dos mapas, el segundo de ellos a una escala de 1:3000 por lo que aunque aparentemente era sencillo porque estaba todo muy cerca, nos costó bastante entenderlo por tener todos los elementos más grandes de los que estamos habituados a leer) y por último una carrera de relevos. Esta última solo la pudieran hacer completa aquellas parejas más rápidas y experimentadas en este deporte, pues la gente que como yo llevamos menos tiempo, tardamos cerca de una hora en completar el recorrido, por lo que mi pareja ya no pudo salir por lo tarde que se hizo.

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Las majadas… ay los callejones!!

La carrera de la mañana fue la más difícil pero la más técnica por lo que optamos por hacerla andando para fijarnos bien en todos los elementos e identificar bien todas las piedras en el mapa. La mayoría la hicimos en parejas para poder ayudarnos entre nosotros.

El descanso de mediodía nos vino de perlas, la temperatura ambiental a la sombra de los árboles invitaba a una siestecita con manta en el suelo que hizo las delicias de todos los participantes. La imagen que proyectábamos los participantes era chulísima: unos comiendo de los picnics que nos llevaron del albergue, los más experimentados en la naturaleza cocinaban su comida en hornillos, otros tumbados en el suelo descansando y los más jóvenes, compartían risas y experiencias con amigos de otros clubes.

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Después de tanto pedrolo, un poquito de descanso

Por la noche, análisis de mapas a pesar del agotamiento que teníamos en nuestros cuerpos.

Etapa 3: Esta vez tocó desplazarnos hasta Cañizares por la mañana, un pueblo muy bonito lleno de cuestas y escaleras. Después del entrenamiento en Las Majadas, este resultó bastante fácil pero no por ello menos duro físicamente por lo mencionado anteriormente. Se trataba de una carrera semiurbana. Al terminar nos deleitaron con un plato de “caldereta” muy bueno que el ayuntamiento de este pueblo tuvo el placer de invitarnos. Ese día sustituimos la siesta por un baño muy reparador en el Tobar, muy cerca de nuestro destino vespertino, Beteta.

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Laguna el Tobar, junto a los amigos de Villamalea y Caudete

Aquí la carrera también fue muy espectacular: terreno de gran altitud, corriendo entre pinos, y zarzas, hasta un ciervo se nos cruzó por nuestro camino, o nosotros por el suyo. Naturaleza en estado puro. Un disfrute absoluto. Teníamos la posibilidad de hacer dos mapas, pero los más rezagados en orientación sólo pudimos hacer uno por falta de tiempo. En este recorrido ya me quedó muy claro los niveles del color verde, pues al intentar pasar por uno de nivel 2, te das cuenta que cuando lo pintan de ese color es por algo: las zarzas y el resto de vegetación son infranqueables a pesar de intentar pasar por ellas aunque fuera reptando.

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El calor fue el gran predominante en entrenamiento de Beteta.

Ducha, cena y último análisis de mapas.

Etapa 4: La ciudad de Cuenca. Totalmente urbana. Calles muy estrechas, callejones y centenares de escalones. ¡Qué disfrute! Junto con el mapa de Las Majadas, creo que es el mapa que más me he parado a leer, pues era básico intentar buscar el mejor recorrido para llegar a las balizas. Dos mapas: uno de la parte más céntrica de la ciudad y otro de una zona más apartada.

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Pese a ser un mapa urbano, el contacto directo con el mapa era esencial para no perderse.

Al terminar, comida en “el burguer” y regreso a casa.

Impresiones personales: repetiremos el próximo año pues ha sido una experiencia inolvidable de la que hemos aprendido muchísimo, no solo de orientación sino también de la convivencia con personas de otros clubes. Mi familia y yo pudimos asistir a estos entrenamientos porque se nos ofreció la posibilidad de poner una monitora para los peques que les enseñaría a orientarse y al mismo tiempo los papis podíamos correr con total tranquilidad de saber que nuestros hijos estaban en buenas manos. Muchas gracias María por tu gran labor. Nosotros compartimos habitación con dos chicas adolescentes y un chico de otro club y otro chico del nuestro y ciertamente fue super divertido, fue como un retorno a nuestra juventud, compartiendo risas y comentarios propios de su edad. También el convivir con amigos del propio club y de otros y conocerlos un poquito más a fondo es una experiencia muy gratificante que te hace unirte más a ellos.

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María Corrochano, en plena lucha con las fieras

Mi más sincero agradecimiento a toda la familia Corrochano, sobre todo a Diego y a María que son con los que personalmente he tenido más contacto y a todos los que han colaborado con ellos para que este campamento haya tenido lugar y a nuestro míster Javi por habernos animado a participar.

Eva María García