Mes: octubre 2017

A VECES, ALGUNAS VECES

Unos ligeros minutos pasaban sobre el horario previsto cuando la expedición orientadora formada por el BMT Casas de Ves y Villamalea Orientación partía con las alforjas llenas de ilusión rumbo a Palacios de la Sierra para disfrutar de un nuevo fin de semana perdidos por el monte.

Largas lenguas de asfalto nos situaron a la entrada del Cañón del Rio Lobos donde la pericia de Jesús dominaba esas ascendentes curvas sinuosas que en la oscuridad de la noche insinuaban un desfiladero negro como la boca del Lobo. Sin prisa pero sin pausa nos plantamos a la puerta del nuevo suelo duro pues el éxito de convocatoria de la prueba motivo el llenazo de nuestros originales aposentos, lo que pasadas las horas se demostró un gran acierto.

La media mediocre

Tímidos rayos de sol intentaban abrirse paso a través de la neblina mañanera para mostrarnos en todo su esplendor los inmensos robles que salpicaban la zona de carrera. El tardío otoño se empezaba a vislumbrar por las laderas coloreadas de verdes y ocres en multitud de tonalidades que apaciguaban el alma de quien sus ojos posaba en ellas. Se me encoge el ombligo al recordar todos esos otros lugares que ya no conoceré por la maldad de quien su espíritu negro ya esta y guía su mano contra la naturaleza que tanto nos da.

Una tendida pendiente que acelera el pulso y calienta algo más que el ánimo me sitúa ante los últimos pitidos del reloj como paso previo a lanzar certeras dentelladas a cada una de las balizas convenientemente ocultas a los ojos de los profanos en la lectura de mapas.

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 Para no dejar lugar a dudas de mi buena sintonía con el terreno en el 2º envite ya yerro en su localización. Me autoconvenzo de que no pasa nada y me lanzo a por la tercera con peor éxito que la anterior pues me paseo múltiples veces por entre la vegetación verde 10 con la ilusión de que las balizas que me salían al paso fuesen la mía como finalmente ocurrió. Después de este inicio fulgurante toca recomponer figura y ajustar objetivos. Dejare mi ataque al liderato de la categoría para mejor ocasión, ahora toca mantener el tipo e hilvanar unos recorridos ajustados fielmente a las líneas rosas del trazador. Vaga esperanza la mía pues ese no era mi día y el tiempo perdido en meta así lo demostró.

El sprint sin fin

Con el buche lleno nos disponemos a pasar la cuarentena previa a la salida de la tarde por las calles de Palacios de la Sierra. Como los grandes del toreo, a las 5 de la tarde por el tendido de sol me dispongo a lidiar con las sorpresas que nos depara el mapa orquestado por el Club Tjalve.

 Leo el mapa con fluidez por lo que consigo avanzar con rapidez entre las callejuelas y transeúntes, y salvo un pequeño error todo discurre sin novedad. Un rápido sprint final me lleva a ticar meta y mientras recupero el aliento perdido por alguna esquina me dirijo a la escalinata donde veo a Joaquín sentado, e imagino en ese momento que recuperándose del esfuerzo al igual que yo aunque su intenso enrojecimiento me llama la atención.

Conforme llego a mi grupo a comentar los devenires de la carrera nos avisan de su desvanecimiento en el mismo sitio que le acabo de ver, y lo que en principio parecía una indisposición se va transformando en algo más serio que nadie queríamos ver.

La lentitud del transcurrir de los segundos era agónica. El tiempo para la familia orientadora se paró. Nadie se estremecía del sitio. Los minutos caían como el plomo a la par que se aumentaba la incertidumbre. Los ojos nerviosos y tristes empezaban a embalsarse con lágrimas a punto de desbordar. Hasta en los orientadores más curtidos la tristeza empezaba a aflorar.

Una negra sombra amenazaba con abalanzarse sobre todos los presentes cuando el desánimo empezó a cundir. En ese critico momento solo la confianza en su buen hacer de unas personas inasequibles al desaliento iluminaban con un rayo de esperanza el camino de regreso a la baliza de salida para el amigo Joaquín.  Y a él, como genial orientador que es, le basto esa pequeña luz entre las brumas para el sendero de vuelta recorrer y al lado de los suyos regresar pues a veces, algunas veces los milagros existen de verdad.

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Una larga conquistada

La noche sirvió para recargar las baterías. Con la mente presta y el cuerpo aligerado vi despuntar los primeros rayos de sol en la zona de carrera. Una magnifica temperatura y unas nubes algo hinchadas me saludaban cuando me disponía salir en pos de mi primera parada. La inclinación de la pared me obligaba a exigirle a mis cansadas piernas un sobreesfuerzo para alcanzar la cima y dejarme caer por el tapiz de hojas de roble ya caídas en hacia mi segunda posta.

Que placer para los sentidos el deslizarme entre robles centenarios testigos recios de los devenires de varias generaciones. Su majestuosidad impone a la par que su grandeza sosiega. Tan absorto estaba disfrutando del espectáculo que por poco vuelvo a las andadas del día anterior. Dicen que rectificar es de sabios, asique debo serlo en grado superlativo porque me paso las carreras haciéndolo. ¡Manda narices!

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Finalmente, los estímulos no me desviaron de forma excesiva de mi destino y el tiempo final lo doy por bueno por esta vez. Pero aconsejo no confiarse en exceso a mis compañeros de batallas, Pepe, Bras y Migue, pues la fiera sigue al acecho dispuesta a dar guerra. Aunque Bras se lo tomo sabático de correr que no de su labor principal, sé que estos piques le motivan al igual que a los demás. Bravo por Pepe y su maestría orientadora y especial reconocimiento a Migue pues en su bautizo de categoría ha demostrado que no es flor de un día.

J.A.T.D.